Neil Harbisson y Moon Ribas son amigos de la infancia.
El primero es un activista cíborg que nació en Londres en 1982 con una condición
visual llamada acromatopsia que le impide ver la totalidad de los colores salvo
la escala de los grises. Con el tiempo decidió implantarse una antena en su cráneo
para ver no solamente los colores que ve el ojo biológico que va del rojo al
violeta, sino también los infrarrojos y los ultravioletas. Harbisson no sólo
“reparó” su biología sino que se autodiseñó un nuevo sentido: la posibilidad de
escuchar los colores y recibirlos desde cualquier parte del mundo a través de
Internet. Su par española, Moon Ribas, llamada la “mujer terremoto” es una
artista y bailarina cíborg con un implante sísmico online en su brazo. Percibe los
terremotos en todo el globo terráqueo que se suceden en intervalos de escasos
minutos; cada vez que hay un terremoto el chip vibra y el movimiento se traduce
en una coreografía.
Para ambos cíborgs hemos llegado a cierto momento humano donde somos, por
lo menos, cíborgs psicológicos.
Decimos “me quedé sin batería” en lugar de decir “el teléfono no tiene
batería”. Es decir, hablamos como si el teléfono fuera parte de nuestro cuerpo.
Imaginemos lo que ocurre con un bypass o con los lentes de contacto. Para Neil
y Moon sus devices incorporados son
su cuerpo, parte de su cuerpo como cualquier otro órgano y es, algo que señalan
con vehemencia, su identidad la que se encuentra en peligro cuando le solicitan a Neil que se
retire su antena para tomarse la fotografía del pasaporte.
Harbisson y Moon nos invitan a dar un paso más, a
modificar nuestros cerebros con diseños de nuevos sentidos ¿Por qué en lugar de
gastar dinero iluminando los espacios que habitamos no nos añadimos un nuevo
ojo de visión nocturna? ¿Qué tan útil nos podría resultar un ojo retrovisor en
lugar de un espejo retrovisor en el automóvil? La idea-fuerza es que llegó el
momento de diseñar ya no solo a nuestro entorno sino a nosotros mismos:
autodiseñarnos.
Ambos son activistas, promueven, divulgan y tratan de
gestionar sus identidades cíborgs y conseguir su reconocimiento. Y también nos invitan
a todos a ser cíborgs. Según Harbisson, cualquiera, en cualquier parte del
mundo, en cualquier momento y con tan solo algo de voluntad, lo puede ser y lo puede hacer.
En el año 2010 Harbisson y Ribas crearon la Cyborg
Foundation con el fin de incentivar la ampliación de sentidos y capacidades
humanas mediante la creación y aplicación de extensiones cibernéticas en el
cuerpo humano, promover el uso de la cibernética en eventos culturales y
defender los derechos de los cíborgs.
Aquí compartimos el dialogo que tuvimos con ellos
luego de sus conferencia.
¿Cuál es tu
opinión sobre el transhumanismo?
Neil Harbisson: El transhumanismo es grande y abarca
muchos pensamientos. Nosotros tenemos una mirada más horizontal que otros
transhumanistas. Para nosotros, ser cíborgs, no es mejor ni peor sino que es
una más de las especies que puede haber. Nosotros no somos transhumanos sino
transespecie y estamos pensando mucho más en esta evolución horizontal que en
la vertical.
El
transhumanismo habla de la “muerte como una opción”. La tecnología en los
términos en que la presentan, ¿puede superar la frontera de la muerte
biológica? Si es así, ¿estamos ante la
puerta de una nueva religión cíborg?
Neil Harbisson: Tú puedes decidir cuándo morir. Si
quieres morir hoy, puedes hacerlo. El hecho de vivir más o menos creo que
también lo puedes decidir porque la duración de tu vida depende de ti y no del
tiempo, aunque te lo hagan creer. A alguien 20 años puede ser mucho y a otro
puede irse volando. Si tienes un órgano que te permita controlar tu percepción
del tiempo puedes hacer que tu vida dure muchísimo más y entonces puedes
decidir cuándo quieres morir. Creo que modificando el cerebro podemos modificar
la duración de nuestras vidas porque todo está ahí dentro. Y en vez de buscar
fórmulas para que nuestros cuerpos no mueran nunca, creo que es mucho más
acertado buscar fórmulas para que nuestro cerebro no muera nunca.
En los últimos
años, con el desarrollo capitalista, la tecnología avanzó hasta un punto tal
que nos permite modificar totalmente el mundo en función de las necesidades
humanas. Muchas veces esas modificaciones se hacen al costo mismo de la
naturaleza, del ambiente y terminan incluso siendo perjudiciales para las
personas mismas. ¿En qué medida este movimiento cíborg podría superar esa especie
de escisión entre hombre y naturaleza, si es que la puede superar y cómo
colaboraría para eso?
Moon Ribas: Creo que ni nosotros mismos sabemos cómo
es nuestro planeta. Ahora que he sentido terremotos durante tres años me doy
cuenta de que es increíble que hayamos construido ciudades al borde de las
placas tectónicas. Si conociéramos más y entendiéramos más nuestro planeta, no
nos comportaríamos como nos estamos comportando ni construiríamos ciudades como
las hemos construido. Yo creo que tenemos que aprender a vivir en nuestro propio
planeta. En vez de cambiar todo el rato nuestro entorno a nuestras propias necesidades
tenemos que cambiarnos a nosotros mismos para adaptarnos más a nuestro planeta.
Yo creo que, el movimiento cíborg, en vez de alejarnos de la naturaleza nos
puede unir más a ella y entenderla mejor. También a otras especies y en lugar
de sentirnos superiores o alejados de los animales, yo creo que tenemos que
admirarlos y aprender de ellos. Si sólo cogemos un sentido que un animal tiene,
nuestra percepción del planeta puede cambiar y ser emocionante.
En un mundo
tan horroroso como el que vivimos, lo que ustedes postulan ¿no es a la vez banal
y horrible? ¿Cómo podrían democratizar su propuesta de hacerse cíborgs?
Neil Harbisson: De todos los que me mandan colores, el
que más me manda es el de África y es el que más buena conexión a Internet
tiene respecto a los otros. En el futuro nos vamos a sorprender porque creo que
donde va a haber más cíborgs es en África porque no es la cuestión del dinero
lo importante para hacerse cíborg sino la cuestión de perder el miedo a
modificarse a uno mismo. Yo creo que la tecnología es lo más democrático que
hay, de hecho, todos los desarrollos que estamos haciendo son open source y si tú quieres hacerte mi
antena te la puedes hacer y crear tú mismo. Todos los sentidos que se están
creando no son cerrados sino que cada persona puede acceder a un código y
crearse sus propios sentidos. Además, cuando haya impresoras 3D, será aun más fácil
crear estos órganos de sentidos.
Entrevistaron: Libertad
Martínez (Profesora en Filosofía y Artista), Edgardo
Reynaldi (Profesor en Filosofía y Diseñador) y Nicolás
Martínez Sáez (Profesor en filosofía e Ingeniero)
Photo:
Santiago Vellini
Nota publicada en el diario La Capital, Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina.