Ahora
bien, la fascinación por el “echar suertes” ha estado presente en la
imaginación lúdica de hombres y mujeres de todos los tiempos y civilizaciones. El
primer juego de azar que conocemos es el de los dados y encontramos referencias
en un texto de la tradición védica anterior al hinduismo: el Rigveda, un poema épico-religioso
compuesto alrededor del 2000 a.C. donde se explicitan los efectos funestos del
amor desenfrenado por este juego. Los griegos antiguos consideraban al héroe
Palamedes inventor de varios juegos, entre ellos el de los dados, y en la Odisea de Homero, compuesta alrededor
del siglo VIII a.C., encontramos altivos galanes jugando
a los dados en la puerta del palacio de Ulises en Ítaca. Por último, en el Nuevo Testamento, los cuatro evangelistas
relatan cómo unos soldados, al pie de la cruz de Jesús, se jugaron a los dados su
túnica.
El
historiador español Ángel Luis Molina Molina señala que durante la Alta Edad
Media el juego de dados fue un vicio extendido por toda Europa y hasta la
aparición de los naipes, el primero de los juegos de azar. Desde la antigüedad,
los juegos de dados estaban asociados a las apuestas, las bebidas y las
tabernas y según sabemos por los poemas medievales anónimos Carmina burana, hasta los clérigos
apostaban y perdían sus ropas jugando a los dados. Durante el siglo XII y XIII,
la cuestión parece haber preocupado mucho a las autoridades civiles y
religiosas que oscilaron entre la condena expresa y la tolerancia permisiva, dentro
de casas de juegos a los fines de aumentar las arcas fiscales. Siguiendo las
condenas de los primeros teólogos de la patrística que pensaban al juego como
un invento del demonio, algunos moralistas cristianos observaban cómo el juego
de dados hacía “perder la cabeza” a los hombres, estropeaba sus economías, rompía
amistades e incitaba a blasfemar.
Juego de la oca. Siglo XIX |
Si
seguimos la clasificación formal de los juegos de mesa propuesta por David
Parlett en History of boardgames (2018),
el Juego de la oca es un juego de
carreras simple donde cada jugador posee una peón que irá moviéndose, a partir
de tiradas de uno o dos dados, por un laberinto en espiral hasta llegar a la
casilla 63. El juego es de puro azar y no hay decisión alguna por parte del
jugador durante toda la partida. Parlett señala que el Juego de la oca pertenece a una familia de juegos de carreras que
se caracterizan por (i) el movimiento de un peón desde la salida hasta la
llegada; (ii) el recorrido con atajos que aventajan y con casillas que
retroceden, a veces, hasta el punto de partida y (iii) el decorado visual y
conceptual con temas de la vida real que justifican las ocasionales buenas y
malas suertes de las casillas. El antecesor más antiguo del Juego de la oca, podemos hallarlo en el
juego conocido como Serpientes &
Escaleras, un juego de la antigua India que consiste en un tablero de 10x10
con casillas numeradas del 1 al 100. Algunos pares de casillas están conectados
por serpientes y otras por escaleras, en general 12 serpientes y 8 escaleras. El
jugador mueve su peón y avanza por el tablero de acuerdo al número obtenido de
los dados ganando un nuevo turno si obtiene un 6 o un doble si juega con dos
dados. Cuando el peón alcanza a una casilla donde se halla la cabeza de una
serpiente, ésta se “lo come” y retrocede hasta la casilla donde acaba su cola,
en cambio, cuando alcanza una casilla donde se ubica el pie de una escalera “sube”
hasta la casilla más alta. Así entonces, el jugador que primero logra llegar
con el número exacto a la casilla 100 será el ganador. Parlett afirma que el
juego original de Serpientes &
Escaleras tenía como fin la instrucción moral y así, mientras las escaleras
representaban las cualidades personales que llevan a uno virtuosamente hacia el
Nirvana, las serpientes simbolizan los vicios o deseos terrenales que impiden
el progreso hacia la perfección moral.
Serpientes & Escaleras sobre tela. Siglo XIX |
En el Juego de la oca, también es posible observar este mismo ascenso espiritual y tal como explica Adrian Seville, tanto el número 63 correspondiente a la última casilla que era significativo para la numerología antigua griega y romana como el mismo recorrido podrían estar simbolizando el progreso espiritual del alma humana donde las ocas serían las guías de la suerte y las casillas de peligro representarían las tentaciones o caídas del hombre a lo largo del camino. Así entonces, Seville concluye que la cábala cristiana asociada al filósofo Pico della Mirándola y al neoplatonismo de Marcilio Ficino animan al juego para que los jugadores alcancen la última casilla y de esta manera la paz y la sabiduría. El simbolismo de este juego ha estado presente en muchas de sus adaptaciones posteriores. Por ejemplo, en 1587 el humanista español, Alonso de Barros, se inspira en el Juego de la oca para escribir las reglas de un juego didáctico que lleva el nombre de Filosofía cortesana, en el cual 63 casillas invitan a la reflexión del jugador y simbolizan el itinerario que debe seguir todo aquel hombre que aspire a obtener los provechos de la corte, un lugar concebido como un laberinto repleto de pasiones y bandos. Las casillas de las ocas habían sido reemplazadas por imágenes de bueyes arando la tierra y estaban acompañadas de frases como: “El fruto de la esperanza viene a través del trabajo”. Todo el tablero del juego estaba decorado con proverbios morales y figuras tales como una mujer que simbolizaba la fortuna y que tenía en su mano un sonajero, instrumento de alegría y una espada como para indicar que en medio del gusto y del contento está el cuchillo de la muerte pero también que en medio de las desventuras y la tristeza de la vida puede haber alegría. En una de las esquinas podía observarse una oca con una trompeta donde se leía la sentencia socrática “conócete a ti mismo” y que Alonso proponía como una forma de aprender acerca de nuestras limitaciones y reacciones y así contrarrestar los efectos de la caprichosa fortuna.
Filosofía cortesana. Año 1587 |
Toda la utilización moral del Juego de la oca y la menor utilización del mismo para las apuestas de dinero lograron despejar las críticas y allanar el camino para su posterior difusión. Asimismo, ya en el siglo XVII, el teólogo y filósofo español Baltasar de Gracián y Morales adopta una visión más positiva respecto de los juegos de azar, antes condenados, y compara la vida humana con los naipes estableciendo una analogía entre las cartas que nos tocan en la vida y lo que hacemos con las mismas. Tal perspectiva ha sido muy influyente en Europa y particularmente en España: la Lotería Nacional española, la más antigua lotería nacional vigente, se instituye en 1763 por Carlos III y la actitud de Gracián tiene gran impacto en la filosofía española que, frente a otras orientaciones europeas de carácter más racionalistas y sistémicas, aborda el mundo como un ámbito incierto, impredecible y turbulento para la vida humana: Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset son filósofos paradigmáticos de esta última perspectiva que considera que aunque la fortuna dispone, el hombre propone.
Hacia
finales del siglo XVIII, el Juego de la
oca dejó de tener conexión con la realeza, la aristocracia e incluso con el
mundo de los adultos debido a que, como juego de apuestas, fue reemplazado por el
de las loterías. A partir de entonces, los aficionados a las apuestas no
requerían ni de la simbología ni de la moral y el Juego de la oca pasó a convertirse en un juego familiar y para
niños como el que hoy conocemos. Sin embargo, el imaginario lúdico que
proporcionaba el Juego de la oca bien
pudo trasladarse hacia el generado en las diferentes loterías nacionales donde
muchos adultos que apuestan o juegan “un numerito” perciben al mundo como una
trama de analogías, semejanzas y correspondencias entre los números y el
significado de los sueños. En ocasiones, ejecutan cábalas que no comportan
ningún tipo de justificación racional y entonces, cuando ganan, no consideran
que eso sea producto de la experiencia o del conocimiento sino que lo atribuyen
a cierta suerte que es entendida como una decisión divina. Difícilmente
encontremos entre nuestros prójimos alguien que manifestara vivir con suerte o
de la suerte, como se animaba a responder el poeta maldito Charles Bukowski,
sin embargo tenemos motivos racionales para mantenernos escépticos frente a
aquellos que suelen afirmar que toda su vida está gobernada por la mala suerte.
Ficha técnica del juego (fuente: BoardGameGeek):
- Duración: 20 min.
- Cantidad de jugadores:
2 a 6 jugadores
- Edad: + 5 años
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